UBICACIÓN
Después de atravesar un inmenso mar de olivos, de vuelta
de las vecinas Úbeda y Baeza por la N-322, sentido
Albacete, se contempla a lo lejos la serpenteante silueta
de Iznatoraf, que pugna con sus más de 1.000 metros
de altitud, por adentrarse en las entrañas del cielo
para dar sombra y cobijo entre sus murallas al viajero impenitente
en busca de un remanso de paz y sosiego en el que ordenar
sus intensas vivencias por estas tierras del renacimiento
jiennense. Aquí, en la tranquilidad de sus campos,
en el aroma de sus calles, en la hospitalidad de sus gentes,
encontrará el viajero la placidez y la intimidad, cruzando
el umbral de la Historia a través de las puertas de
sus murallas de villa medieval para saborear un paisaje sorprendente
de piedra, cal blanca y macetas con flor.
Situada en la comarca de Las Villas, a escasos 30 kilómetros
del triángulo renacentista que componen Úbeda,
Baeza y Sabiote y a 96 kilómetros de la capital jiennense,
Iznatoraf cuenta con una población de 1.219 habitantes,
localizados en su mayoría en el núcleo urbano.
Existen, no obstante, otros núcleos de poblamiento
como Batanejo, próximo al anejo villacarrillense de
Mogón, que cuenta con medio centenar de habitantes,
y otros como Sillero, Cañada de la Madera o Bardazoso,
que se han convertido en lugar de segunda residencia durante
los meses de verano, puentes y fines de semana. Incluso, una
de las antiguas aldeas, Santa Marina, ha sido eliminada ya
del nomenclátor.
En los siglos xiv, xv y xvi Iznatoraf perdió una
parte importante de su extensión territorial a manos
de sus antiguas aldeas, que conseguían así su
anhelada independencia. Como consecuencia de aquellos repartos,
en la actualidad el término municipal de Iznatoraf,
con una superficie de 87,67 Km2, se encuentra dividido en
dos territorios absolutamente diferenciados. Uno, un pequeño
mogote amesetado en el extremo oriental de la Loma de Úbeda,
que alcanza su mayor cota de altitud en los 1.039 metros,
y que queda delimitado al norte por el Guadalimar, y al sur,
por el río Guadalquivir, recién salido del Parque
Natural de Cazorla, Segura y Las Villas. Una zona de tierras
calmas dedicada al casi monocultivo exclusivo del olivar,
del que depende en exceso la economía torafeña,
aunque en las zonas de vertientes más pronunciadas,
junto a los arroyos que derraman su aguas al río Guadalimar,
el encinar entreverado de matorrales subsiste como parte del
paisaje anterior, que cubrió toda La Loma en siglos
pasados.
El otro territorio corresponde a la sierra de Las Villas,
que forma parte del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las
Villas. Sobre esta zona serrana, los restos de encinares salpicados
de matorrales dominan aún los altiplanos al poniente
del pico Roblehermoso (1.432 m), mientras que en las laderas
abarrancadas y la cuerda de la sierra de Las Villas se cubre
de olivares de sierra que pugnan por el terreno, no ya con
las tierras calmas sino con los matorrales, los pastizales
y las manchas de pinares. Según se penetra hacia el
este de la cuerda de la sierra, el pinar denso lo invade todo,
salvo algunas manchas de pastizal, matorral y pinar disperso,
que son muestra de falta de adaptación de algunas repoblaciones
forestales. Otros picos de este territorio torafeño
son Correderas (1.393 m) y Santa María (1.522 m).
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